Mi hija me Eliminó
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"¡Mi hija me eliminó de su vida!"
"¡Ya no me habla!"
"¡No me deja ver a mis nietos!"
No te apresures a compadecerte del padre o la madre.
No aceptes de inmediato su victimización.
En cambio, haz la pregunta real e incómoda:
¿Qué hiciste para que tu hijo se sintiera más seguro sin ti?
Porque un hijo no se aleja de sus padres por gusto.
Se alejan para proteger su paz, después de años intentándolo, después de infinitas explicaciones, después de infinitas lágrimas, después de suplicar ser escuchados, solo para ser ignorados o heridos de nuevo.
¿Qué dijiste o hiciste, repetidamente, que le hizo las cosas más fáciles sin ti que contigo?
¿Qué palabras o gestos, repetidos una y otra vez, finalmente hicieron que dejara de aparecer?
¿Cuánto te dolió tanto que la única opción para él era la distancia, como forma de autoprotección?
Un hijo no excluye a sus padres de su vida a menos que estos lo hayan abandonado emocionalmente primero.
No te abandona a menos que, a su vez, se haya sentido profundamente abandonado, ya sea emocional, psicológica o incluso físicamente.
Esta es una dura realidad, una emoción intacta que exige responsabilidad.
Es un llamado a mirar más allá de las apariencias, a examinar tu propio rol en la ruptura de la relación, en lugar de culpar a la otra persona.
Autor:Eva
