La maleta del hombre muerto
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Cuenta la historia que un hombre murió.
Al darse cuenta, vio que se acercaba a Dios, llevando una maleta consigo.
Dios lo miró y le dijo con voz serena:
—Hijo, es hora de irnos.
El hombre, sorprendido y asustado, preguntó:
—¿Tan pronto, Señor? ¿Ya terminó todo?
Tenía tantos planes, tantos sueños aún por cumplir…
Dios le respondió con dulzura:
—Lo siento, pero es el momento de tu partida.
El hombre, mirando su maleta, dijo:
—¿Y qué traigo conmigo, Señor?
Dios le contestó:
—Tus pertenencias.
—¿Mis pertenencias? —repitió el hombre confundido—.
¿Traes mi ropa, mi dinero, mis bienes?
—No, hijo —respondió Dios—, eso nunca te perteneció. Eran cosas materiales, y la tierra te las prestó.
—¿Y mis recuerdos? —insistió el hombre.
—Tampoco te pertenecieron. Eran del tiempo.
—¿Y mis talentos?
—No, eran de las circunstancias.
—¿Y mis amigos, mis familiares?
—Lo siento, ellos nunca te pertenecieron. Eran del camino.
—¿Y mi esposa, mis hijos?
—Tampoco. Ellos eran del corazón.
—¿Y mi cuerpo?
—Ese no te perteneció. Era del polvo del que fuiste formado.
El hombre, cada vez más angustiado, preguntó:
—¿Entonces traes mi alma?
Dios lo miró y le dijo:
—No, hijo mío. Tu alma es mía.
El hombre, con lágrimas en los ojos, abrió la maleta que llevaba en sus manos…
y vio que estaba vacía.
Triste y con la voz entrecortada, dijo:
—¿Entonces nunca tuve nada?
Dios le sonrió y le respondió:
—Así es. Nunca tuviste nada propio. Pero tu vida fue un préstamo, una oportunidad.
Y lo único que realmente te pertenecía… era el momento presente, el ahora.
Por eso, mientras estés a tiempo, vive plenamente.
Haz el bien, ama sin miedo, comparte sin esperar, y agradece cada instante.
Porque nada de lo que crees poseer te acompañará,
solo el amor que diste y la huella que dejaste en los demás.
Moraleja
La vida es un instante prestado.
Disfrútalo, vívelo con gratitud, y no te aferres a lo que algún día tendrás que dejar.
Lo único que verdaderamente llevamos con nosotros…
es lo que hicimos con amor.
Autor:EDITORIAL
