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Una Voz Muy Serena

Una vez le preguntaron a la barra de hierro

¿Eres lo más fuerte que hay en este mundo?

 Y la barra de hierro contestó No, yo no soy lo más fuerte que hay en este mundo

El fuego es más fuerte que yo Porque con su calor puede derretirme Entonces fueron a preguntarle al fuego Y el fuego dijo, no, yo no soy lo más fuerte de este mundo

El agua es más fuerte que yo Porque se me echa encima y me apaga Fueron a preguntarle al agua ¿Eres lo más fuerte de este mundo?

Y dice, no, el sol es más fuerte que yo Porque me evapora Entonces fueron a preguntarle al sol Y el sol dijo, no, yo no soy lo más fuerte de este mundo Más fuerte es la nube Porque pasa por delante de mí Y me opaca, opaca mi luz Entonces fueron a preguntarle a la nube

Y la nube dijo, no, yo no soy lo más fuerte Más fuerte es la montaña Porque cuando intento atrás, a la mitad de dos Fueron corriendo a preguntarle a la montaña

Y la montaña dijo, no, yo no soy lo más fuerte de este mundo Más fuerte es el hombre

Porque puede escalarme Porque con sus maquinarias puede volverme polvo

Fueron a preguntarle al hombre

Hombre, ¿eres tú el más fuerte del mundo?

Y el hombre dijo, no Yo no soy lo más fuerte de este mundo Lo más fuerte es la muerte Entonces fueron a preguntarle a la muerte

Y la muerte estaba en su trono triste Desvalida, depresiva Y le preguntaron, muerte, ¿eres tú lo más fuerte de este mundo?

Y la muerte respondió Yo creía que era lo más fuerte de este mundo Yo creía que era lo más fuerte de este mundo Pero hace más de dos mil años Llegó un hombre Al que torturé Castigué Y maté Pero al tercer día Resucitó

Yo creía que era lo más fuerte Hasta que él dijo Su nombre Jesús Fueron a preguntarle a Jesús

¿Eres tú lo más fuerte de este mundo? Jesús Miró Alrededor Miró arriba Bajo su mirada

 ¿Y qué creen? Le contestó

Jesús sonrió, y con una voz serena dijo:

— El más fuerte no soy yo solo…

El más fuerte es el amor que me trajo al mundo,

El amor que me hizo dar la vida,

El amor que venció a la muerte.

Porque la fuerza verdadera no está en destruir,

Sino en sanar, perdonar y levantar al caído.

El fuego se apaga,

El hierro se rompe,

La montaña se erosiona,

El hombre envejece,

Y la muerte se rinde.

Pero el amor, el amor que viene de Dios,

Permanece para siempre.



Autor:EDITORIAL

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