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EL PODER DE LA VULNERABILIDAD

Hace unos días he tenido la oportunidad de leer un escrito de Brene Brown, qué me impactó.

Ella hablaba sobre el poder de la vulnerabilidad, que radica, básicamente, en la capacidad de conectar con lo más profundo de nuestro ser, con el de los demás.

Ser vulnerable es, en esencia, quitarse las máscaras que la vida diaria nos obliga a llevar, para mostrarnos como quiénes somos realmente, sin defensas ni disfraces.

Es la piel expuesta al viento, al filo de la tormenta, es el hueso pelado y el ALMA en carne viva, es el poder de abrir los brazos al abismo, y dejar que el miedo nos atraviese, es entregarnos al vaivén de lo incierto. 

 En un mundo, donde la fortaleza es a menudo mal entendida como la ausencia de fragilidad, la vulnerabilidad surge como un acto de valentía, todo un arte en mostrarse sin defensas, en desnudarse ante el otro con las cicatrices expuestas, porque es en esa entrega, donde se entrelazan los hilos del encuentro, donde el dolor y el amor caminan de la mano. 

Cuando nos permitimos ser vulnerables, abrimos la puerta a la autenticidad, y se que no es facil aceptar nuestras imperfecciones, pero nos libera del peso de la perfección, que jamás se alcanza, y nos permite conectar con la realidad que abraza nuestra existencia, porque en ese espacio de aceptación, es donde creamos vínculos mucho mas profundos con quienes nos rodean.

La vulnerabilidad nos sopla al oído permanentemente, que todos compartimos la misma condición: somos seres que sienten, que aman, que temen, que anhelan, que se ilusionan, frustran y sufren.

Aceptar nuestras debilidades nos impulsa a buscar el cambio, a aprender de los errores y a encontrar la fuerza en lo que, a simple vista, parece ser una flaqueza, nos empuja a dejar caer las armaduras y permitir que el corazón, en su latido más puro, se haga visible.

Porque el poder no radica en la invulnerabilidad, sino en la capacidad de tirar para adelante, de reciclarnos a pesar de los miedos y de las heridas.

Creo que la vulnerabilidad, hilando fino, es  una manifestación del coraje que nos permite ser sinceros con nosotros mismos y con los demás, aceptando que es, precisamente nuestra fragilidad, la que nos hace humanos, ese puente que cruzamos  hacia lo profundo, con destino al lugar donde las almas se reconocen  en su propia humanidad compartida, chapoteando en las aguas de la confianza, la empatía y el amor verdadero.

Me quiero quedar con la imagen de un ser vulnerablemente valiente, llevando en el pecho el peso del mundo y aun así, elige abrirse como una flor que desafía el más crudo invierno, buscando el sol.

Me quedo contigo



Autor:EDITORIAL

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