En esos años en que éramos tan vulnerables y dependientes, cuando una mirada ausente, una palabra dura o una falta de abrazo podía convertirse en una marca silenciosa que aún hoy pesa en nuestro corazón..
Ahora somos padres y, sin darnos cuenta, esas memorias buscan repetirse a través de nuestra forma de criar.
A veces no con golpes, pero sí con indiferencia, cansancio o rigidez.
Darnos cuenta de quiénes somos mientras criamos es fundamental en el camino de la conciencia; pues podemos detenernos, mirarnos, reconocer nuestra herida y elegir un camino distinto.
Ya sabemos que sanar no es solo un acto personal, que nos libera y nos acerca a una vida más plena, es también un regalo de amor inmenso para nuestros hijos, porque al hacerlo rompemos el ciclo y sembramos una historia nueva donde el amor y la presencia ocupan el lugar de lo que alguna vez faltó.