Nadie te explicó que un día ibas a sentir que el mundo se te caía encima sin pedir permiso.
A mí tampoco me lo han explicado.
Que despertar dolería más que dormir, y que respirar se iba a sentir como un acto de rebeldía.
Te lanzaron a la tormenta sin paraguas, sin mapa, sin abrigo.
Y vos, sin saberlo, aprendiste a no ahogarte con la lluvia que cae por dentro, tragaste tus lágrimas como si fueran parte del desayuno.
Caminaste sobre cristales con la planta desnuda del alma, y aun así, hay fuego en tus pasos, que tal vez no lo notas ahora, pero sigues en pie mientras se derrumba todo lo que antes te sostenía.
Y eso, aunque nadie te lo reconozca, es una forma secreta de eternidad.
¡Admira tu caos!
Porque incluso deshecha, no te abandonas.
Has hecho castillos con los escombros del día anterior, sigues y sigues, aunque nadie lo crea ni lo espere.
A veces ni tú misma.
No te castigues por no saber cómo sanar,
Hay heridas que se cierran mientras caminas,
No mientras lo entiendes.
No te sueltes, ahora NO.
Que a veces la salida no se encuentra, se construye y vos, aún sin planos, ya comenzaste el primer ladrillo.
Confía en ti, escucha y haz solo aquello que te dé un poco de PAZ y alivio.
Hazte cargo de esa parte tuya que, aunque esté hecha trizas, aún se atreve a amar la vida, aunque no sepas cómo, amar es el camino.