La tormenta

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Algunos llevan un paraguas de privilegios, protegidos del aguacero, mientras que otros enfrentan la lluvia con nada más que su propia fuerza, vulnerable y expuestos.

Para algunos, la tormenta pasa en un suspiro, dejando solo gotas pasajeras.

Para otros, la lluvia es un aguacero implacable que los empapa hasta los huesos, dejando cicatrices invisibles en el alma.

La verdad es dura: el mundo no es justo.

Pero en nuestras manos está la oportunidad de hacer que sea diferente.

La empatía no consiste en compartir exactamente el mismo dolor, sino en imaginarlo con el corazón, sentirlo en lo profundo y actuar con verdadera compasión.

Cada acto de bondad, cada palabra de aliento, cada mano extendida en medio de la tormenta, puede ser un refugio para alguien que lucha en su propio aguacero.

Quizá nunca podamos comprender completamente el peso que lleva otro, pero podemos ser un pequeño faro de esperanza en su noche más oscura.

Sé la razón por la que alguien siente que no está solo.

Sé la voz que sana, que consuela, que entiende.

Sé el refugio en medio de tormentas interminables.

Porque en el mundo, lo que más necesitamos no es solo sobrevivir, sino aprender a levantarnos unos a otros, a sembrar empatía en cada corazón y a transformar lágrimas en sonrisas de esperanza.

Sé esa luz que hace que alguien se sienta visto y valorado.

Sé esa voz que llena de calidez y comprensión, incluso en los momentos más fríos.

Sé ese refugio que ofrece paz cuando el viento de la vida parece no detenerse.

No basta con existir.

Debemos elevarnos, sostenernos y construir un mundo donde el amor y la empatía sean la verdadera fuerza que nos une.

Autor:Grisel